DEL MITO AL LOGOS
Prof. Erick QuintanillaFilosofía
Los mitos son relatos fabulosos que explican o dan respuesta a interrogantes o cuestiones importantes para los humanos; en segundo lugar, los mitos son relatos que pretenden dar modelos de actuación. Los mitos se imponen como relatos llenos de autoridad pero sin justificación; se apela, emotivamente, a que las cosas siempre han sido así. Los mitos griegos, por ejemplo, explican como se hizo el mundo, como fue creado el primer hombre y la primera mujer, como se obtuvo el fuego, como apareció el mal en el mundo, qué hay tras la muerte,…; al mismo tiempo, las actuaciones extraordinarias de los personajes míticos son un ejemplo o pauta a seguir. Los griegos disponían de gran número de mitos; nosotros, también. Disponemos de mitos que cumplen tanto la función explicativa como la función ejemplificadora.
Cuando un niño de seis o siete años comienza a descubrir incoherencias y contradicciones en el encantador mundo de los Reyes Magos, entonces comienza a revivir una experiencia parecido a la de los primeros filósofos. Aquello que el niño había creído durante toda su vida es ahora asediado con multitud de preguntas; el proceso de superación de su mito será conflictivo y aleccionador. El abandono o pérdida del agradable relato de los Reyes Magos y la aceptación de que éstos son los padres será, probablemente, su primer paso del mito al logos. Si el niño o niña, ya adulto, mantiene su inquietud original, revivirá nuevos episodios de este paso; niño y niñas se hallan cerca de la genuina actitud filosófica.
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2. Mitos y logos, ayer
Pero con los mitos y con sus indicaciones —constataban los primeros filósofos— los barcos se hundían, siendo la navegación insegura. En los mitos clásicos a menudo se expresan, con bellas palabras, profundas intuiciones; pero incluyen pluralidad de elementos irracionales que los primeros filósofos querían identificar y separar de su actividad.
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3. Mitos y logos, hoy
¿Mitos, hoy? Nuestro mundo también nos ofrece relatos míticos, es decir, explicaciones arbitrarias que quieren imponerse apelando no a las dimensiones intelectuales de la persona, sino sólo a las dimensiones emotivas. ¿No son relatos míticos, por ejemplo, los spots publicitarios que nos dicen qué merece la pena, qué se debe hacer, qué es lo que tiene sentido? Si uno no despierta su logos puede creer que si adquiere este nuevo producto enunciado probará una mágica libertad, una eterna belleza.
Uno de los mitos frecuentes de nuestra sociedad es el relato que sobre la ciencia nos transmiten los medios de comunicación: la ciencia aparece como un conocimiento objetivo y definitivo capaz de liberar los humanos de sus sufrimientos y de abrir las puertas de la felicidad. Ahora bien, quién conoce la trayectoria de diferentes ramas de la actividad científica sabe suficientemente bien que no es esta la grandeza de la ciencia; son muchos los científicos conscientes de los límites de la ciencia, de su provisionalidad, de la imposibilidad de crear una teoría definitiva y de eliminar la duda. Pero pese a la inseguridad y al espíritu crítico latente en el corazón de la actividad científica, los medios de comunicación la mitifican contradictoriamente: se proclama que nuestra sociedad está dominada por la ciencia y, simultáneamente, las noticias] científicas son transmitidas de un modo nada científico. Si uno no despierta su logos, se mantendrá en la perspectiva mítica de la ciencia que conviene a diferentes poderes.
Como ya hemos visto, la actividad de los hombres que por primera vez pasaron de explicaciones míticas a explicaciones racionales, se ha llamado filosofía o «anhelo de saber»; pero otra palabra muy significativa podía haberse impuesto: aletheia, que quiere decir «des-cubrir» aquello que está escondido, «des-velar», «desenmascarar». Unas actividades que realizaron los griegos y que han realizado, en mayor o menor medida, los filósofos de todos los tiempo.
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RECURSOS DE VIDEO:
https://www.youtube.com/watch?v=saHVHYcyZwU
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