viernes, 9 de octubre de 2020

Arada, Santa Bárbara

 LA ARADA: 
TIERRA DE COLOR, AGUA E HISTORIA. 

Por: Erick Quintanilla

9-Octubre- 2020

Foto en un mural de Javier Espinal
en el se expresa el trabajo en junco que
 se elabora en el municipio


Agradecimiento a nuestro amigo y compañero Christian Caballero, gracias por dar a nuestra existencia una conversación placentera, para todos los amigos que son originarios de este bello lugar, a todos ellos este humilde trabajo.
Aclaración previa: Este pequeño trabajo busca describir a grandes rasgos la historia del municipio de La Arada, nos unimos humildemente a dar un aporte a nuestros lectores sobre la historia de este bello municipio y su linda población. 





Recuerdo que siendo un niño de 5 años mis abuelos me llevaban ocasionalmente desde Santa Rita a Santa Bárbara, en ese momento el recorrido del camión en que viajábamos, hacia una escala en Arada, en aquellos años me hice una referencia del nombre “La Arada” y su característica de suelo rojizo, después aprendí que es producto de la alta concentración en hierro, que, al contacto con el oxígeno, se oxida y entonces el suelo toma ese color, tan característico del paisaje misionero. La tierra colorada, está considerado la más fértil del mundo por su alto contenido de nutrientes para plantas y árboles, estos fueron mis primeros recuerdos del municipio de suelo característico. Hace algunos días mi amigo Christian Caballero tomó de su tiempo para hacerme un recorrido histórico del municipio, si gustan conocer un poco sobre ello, les invito que me acompañen con la siguiente lectura.

Todo inicio en la aldea El Ocotal, perteneciente en aquel tiempo a Santa Bárbara, es de ahí donde vienen la mayor parte de pobladores del actual municipio, los factores que desde mi percepción (producto de conversaciones con pueblerinos) generaron el desplazamiento demográfico dando origen al poblamiento y posterior creación del municipio en el año de 1900 son dos: 


Uno de ellos fue producto de que la aldea El Ocotal estaba ubicada en un suelo rocoso no apto para cultivar, con tierra poco fértil para la producción de maíz y frijoles, los pobladores decidieron buscar un lugar a las afueras para poder cultivar, esto los condujo a una excelente región para el mismo, con el objetivo de obtener mayor provecho utilizaron yuntas de bueyes y de esta actividad surgieron las frases “vamos a la arada”, “vamos a las tierras aradas”. Los jornaleros del pueblo se desplazaban desde El Ocotal hasta La Arada, todas las mañanas y al finalizar la jornada caminaban hasta sus hogares a tomar su cafecito a la orilla del fogón, convivir con sus familias, vecinos y por qué no conversar con sus compadres, sobre las siembras. Así fue la vida del pueblo durante mucho tiempo, poco a poco algunos jornaleros se propusieron hacer champas para almacenar el maíz de la milpa, otros empezaron a convivir más tiempo en “La Arada” y algunos hicieron casas que les permitirá estar cerca de los lugares de trabajo, es así como surgió el primer barrio llamado El Culebrón, en la actualidad este barrio se convirtió en una periferia del centro, al recorrer este lugar, cerca de lo que llaman el tanque, se encuentran vestigios de las primeras casas, y muchas de ellas observamos las bases donde en algún tiempo vivieron los primeros pobladores incluyendo la antigua casa de los familiares de Carlos Montoya. 


El segundo factor que contribuye al desplazamiento demográfico de la aldea El Ocotal y el surgimiento del municipio de La Arada, es que El Ocotal no contaban con una riqueza acuífera. Mientras los hombres se desplazaban todos los días a La Arada para trabajar las tierras, las mujeres y los niños tenían que desplazarse hacia las pozas, (Ubicadas en La Arada) que eran lavadores públicos y permitían el suministro de agua en sus hogares, mediante cantaros, algunos de los lugares que visitaban eran: Pozo malacate, la pila, el chichipate, la veguita, el cerro, entre otros. Estos lugares se convirtieron en el centro de tertulias por excelencias, un campesino nos comentó: “La persona amanecían en estos lugares, bañando y conversando, todo el tiempo se encontraba llenos de personas.” Al escuchar estas palabras me trasladé mediante la imaginación en aquel lugar que se caracterizaba por las relaciones sociales cercanas, lugares que se prestan para compartir con los amigos, contar una que otra historia de miedo, al estilo de Montenegro, o comentar quién realizo la leyenda de la cruz que se encuentra frente a la iglesia católica, acto que solo los valientes se atreven a realizar en la media noche. Imagino que esos días en las pozas se le brindaba rienda a la imaginación en un cielo estrellado acompañado de amigos, momentos que se pierden en esta “era de la tecnología”.

Estos fueron los orígenes del municipio de La Arada que el 22 de junio de 1900 se convierte en municipio oficialmente, conformado por 11 aldeas y 67 caseríos, la primera corporación municipal estuvo dirigida por Agapito Rodríguez, y las primeras familias en la localidad fueron: Rodríguez, Hernández y Cantillano, según el censo de la INE en 1902 contaba con 2,008 habitantes que se dividían así: 1,016 eran hombres y 992 mujeres, en los últimos años la población se ha incrementado. Al caminar por La Arada recordé el valor histórico que se guarda en estos rinconcitos de mi país, que son pequeñas patrias caracterizadas por su cultura y tradición.

La muerte en estos lugares es producto del pasar de los años y no de la violencia frenética de las grandes urbes, aun se realizan los novenarios, las misas de cuerpo presente y el entierro que nos dirige a la morada final, un dato curioso es que el antiguo camino al cementerio, los pobladores le llamaron “calle los adioses”, ¿Quién hubiese imaginado que el trayecto al entierro pudiera tener un nombre tan perfecto? 

Sé que me faltan palabras por escribir sobre la historia de este bello lugar, espero aun tener tiempo para hacerlo y no cruzar pronto el camino de los adioses, mientras eso pasa dejo aquí algunas fotos que se plasmaron en el tiempo.


Foto en el mural elaborado por Javier Espinal

Imagen que expresa la riqueza natural y como los pozos fueron parte de la tradición del municipio.

Foto de uno de los barrios de La Arada, en la actualidad cuenta con 14 barrios. 



Foto en la cual aparece el rostro de Doña Tolla aún con vida, es una ciudadana que se caracteriza por su alta fe católica y por haber bautizado a muchos ciudadanos. 


1 comentario:

  1. Fue un enorme placer haber compartido ese día a tu lado amigo. El aprendizaje y el realce que se le da a mi bello municipio a través de estas actividades no tiene precio. Sin duda alguna Honduras es una tierra próspera en cultura, solo tenemos que aprender a valorar más lo que poseemos y con elo me refiero a conocer mas sobre nuestra historia, es ahí donde se irá fortaleciendo y mejorando nuestra identidad nacional.

    Gusto y espero tu pronta visita para seguir rondando por mi bello municipio.

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